"Toda poética es un río de agua viva que procede de un manantial fecundo"


- De lo particular a lo universal, de la cal y la luz vejeriegas a la arquitectura del cosmos, ¿cómo explicar este proceso estético al lector de hoy en día?

- Toda poética es un río de agua viva que procede de un manantial fecundo. En mi caso ese hontanar me vino dado desde el principio del tiempo: el deslumbramiento estaba en mí, ese hallazgo en la carne y en la piedra se me había concedido como una plataforma desde la que a la vez de servirme las perspectivas de un mundo permitieron en la búsqueda constante acercarme a ese espacio infinito donde la belleza y la verdad existen como lejanas y fulgurantes estrellas, sólo acercarme…

- Pero en ese viaje se ha operado, sin duda, una intensa depuración, ¿qué lastre se ha quedado en el camino y qué, por el contrario, ha emergido a la luz en el poema?

- Creo que a lo largo de este proceso, la emoción creadora ha perdido la consistencia del ego, y ha sublimado la cosmogónica , el grito plural del mundo, de su luz, se ha afinado la búsqueda en lo estrictamente elemental , en la estructura cristalina de la pureza.    

- ¿Qué papel desempeña el lenguaje en la construcción de su obra?

- De todos es sabido  el significado que tiene para mí el signo, ese misterioso gesto de la luz del hombre  capaz de sintetizar sus mundos en el alarido de un trazo y como su articulación puede simular telúricamente el nacimiento de un mundo. El poder del signo es el triunfo de la palabra que en mi caso viene concebida dentro de una matriz de austeridad y de plástica.

- ¿Podemos, pues, decir que la suya es una obra total?

- Nada hay culminado en el mundo y mucho menos en el mundo interior de una poética como la mía hecha día a día de pequeños deslumbramientos, estoy como el monje zen en un camino que es nuevo cada día, que cada hora le aporta un nuevo descubrimiento y sobre todo el conocimiento de la inabarcable, tras el horizonte inaprensible de la noche.