"El silencio, además de modular la música interior aportando los acordes precisos para su mejor sonido, es la vía hacia la culminación lectora del poema".


- En sus últimos libros, me parece observar que el silencio, con su muda elocuencia, adquiere un certero protagonismo, ¿es verdad? ¿Qué nos dice el silencio en la poesía de Francisco Basallote?

- Desde mis primeros poemas he querido dejar un espacio al lector, que sea él el que termine el poema. Poco a poco ese hábito ha ido tramando silencios que no han sido sino llamadas a la sugerencia, a la  inmersión emotiva. Este silencio, además de modular la música  interior aportando los acordes precisos para su mejor sonido, es la vía hacia la culminación lectora del poema .

- Usted es arquitecto. Entre la construcción de un edificio y la edificación del conocimiento a través del poema, ¿qué semejanzas y diferencias hay?

Todo lo que sea elevar un corpus material o conceptual tiene las semejanzas con la constante creación del mundo. El hombre construye –en muchas, demasiadas, ocasiones destruye-  en un juego inmaduro de emulación a los dioses, en el que a veces consigue hitos importantes, que permanecen en el espejo de su propia soberbia. Desde esos postulados, no hay diferencia entre ambas construcciones. Ni tampoco por lo que suponen una especie de usurpación  de pequeñas parcelas a los dioses.

- ¿Pesa mucho la técnica en su poesía?

- Todo lo que sea una carga sobra en poesía, que para mi ha de ser clara y sencilla, permitir que el agua corra cristalina entre sus versos, por lo que toda represa o contención es perjudicial para la fluidez de su  mensaje. No quiero con ello desdeñar la métrica, entre otras técnicas, pues es para mí fundamental, la ajustada combinación de versos imparisílabos me concede la música necesaria para acompañar  con su medida la emoción del poema.